Trátase dun traballo escrito sobre as tres primeiras "Meditacións" da obra cartesiana titulada Meditacións metafísicas, tamén titulada Meditacións de primeira filosofía. Esta obra consta dun total de seis "Meditacións" (algo parecido a capítulos), polo que falamos da mitade do libro, por outra parte breve (na edición en castelán na editorial Gredos, as tres primeiras "Meditacións" son trinta e tres páxinas tamaño libro de bolsillo; na bibliotaca tedes un exemplar da edición en Alianza Editorial, co título Meditaciones netafísicas).
Pero, ¿que hai que facer, como e para cando?:
- Deberás ler e subliñar esas tres partes.
- Logo, un resumo obxectivo de cada unha delas.
- Despois, un comentario "libre" sobre esas tres partes (en conxunto, ou unha a unha).
- Unha vez entregado ao profesor e considerado acabado por éste, o editarás en forma de "comentario" nesta mesma entrada. Se é moi largo, podes facer unha síntese, pero sempre será máis interesante detallar o "comentario libre" que non o resumo obxevctivo.
- Data de entrega: calquera día, pero non máis alá do día 17 de Abril, na aula e na hora de clase de Filosofía (falamos do traballo escrito en papel entregado ao profesor; a edición no blog sería posterior). Recorda que o 17 de Abril non é a data de entrega, senón o último día posible para entregar, que é parecido, pero non é o mesmo...
Se alguén é capaz de dar coa obra en galego na rede -nós fumos absolutamente incapaces-, por favor que facilite como acceder a ela escribindo un comentario nesta entrada. gracias. Pensamos que en formato libro tal obra non está editada en galego, pero, outra vez, se alguén coñece unha edición tal, que o faga saber aquí canto antes, por favor. Gracias.
Ánimo.
4 comentarios:
• Comentario.
La Ciencia Moderna apareció en los siglos XVI-XVII y el punto más importante fue la preocupación por el método, lo cual se puede ver en Descartes (S.XVII, Francia) que tenía la necesidad de poseer un método fundado en la razón humana. Para él ese método era un conjunto de reglas que permitían diferenciar lo verdadero de lo falso (en el texto él reconoce que “había admitido como verdaderas muchas opiniones falsas”), no utilizar la mente de forma inútil y aumentar los conocimientos.
Pero este método suponía el uso de la intuición, que era un concepto libre de duda, y la deducción, que era toda inferencia necesaria seguida de todo aquello que se conoce con certeza.
Las reglas del método era cuatro: la evidencia que se trataba de la hipótesis de un nuevo criterio de verdad, rechazaba todo el conocimiento que fuera probable, lo evidente era lo verdadero, lo que aparece con claridad y distinción, pero esta regla necesita someter a duda todas las opiniones de nuestros pensamientos para encontrar la que no se puede dudar (“me bastará para rechazarlas todas con encontrar en cada una el pequeño motivo de duda”); el análisis, que era descomponer el conocimiento en los elementos más simples; la síntesis, que era ordenar los pensamientos; y la enumeración. La regla reduce todo el proceso a la evidencia, que se convierte en el núcleo del método.
Pero estas reglas no se podían justificar por sí mismas por lo que para poder justificarlas debía de encontrar un fundamento indudable y para ello era necesario someter a duda todo el conocimiento, y esto suponía una duda universal, hiperbólica, metódica, provisional y teorética.
Para saber hasta donde se podía dudar Descartes propuso las razones para hacerlo, era posible dudar de todo lo que procedía de los sentidos, como él dice en la Primera Meditación: “Todo lo que he admitido hasta entonces como más seguro y verdadero, lo he aprendido de los sentidos o por los sentidos; ahora bien, he experimentado a veces que tales sentidos me engañaban, y es prudente no fiarse nunca por entero de quienes nos han engañado una vez”. El problema era que había ciertas percepciones que parecían imposibles de dudar (“y ¿cómo negar que estas manos y este cuerpo sean míos”), así introduce la hipótesis del sueño ya que “no hay indicios concluyentes ni señales que basten a distinguir con claridad el sueño de la vigilia”, por lo que hay que dudar de lo que antes parecía imposible. Pero aunque las percepciones fueran solo un sueño las cosas soñadas tenían que proceder de las verdaderas y esta síntesis se hace a partir de las matemáticas, esas ciencias que según Descartes “no tratan sino de cosas muy simples y generales”. Estas parecen ciertas tanto en la vigilia como en el sueño. Pero Descartes introduce la hipótesis del Genio Maligno o Dios Engañador según el cual “supondré que hay, no un verdadero Dios, sino cierto genio maligno, no menos artero y engañador que poderoso, el cual ha usado de toda su industria para engañarme”.
Llegados aquí la duda metódica acabó con todas las cosas (“pienso que carezco de sentidos; creo que cuerpo, figura, extensión, movimiento, lugar, no son sino quimeras de mi espíritu”) y ahora Descartes se pregunta qué es aquello que le queda y lo que le queda es la duda y está es pensar por lo que pensar es aquello de lo que no se puede negar la existencia. Así, la primera verdad sobre lo real es el “cogito, ergo sum” (pienso, luego soy) y descubierta esta verdad indudable Descartes espera separar lo verdadero de lo falso y establece “como regla general que son verdaderas todas las cosas que concebimos muy clara y distintamente”, así el criterio de verdad es la claridad y la distinción de las ideas.
El problema es que todavía está en pie la hipótesis del Dios Engañador y no puede aplicar el criterio hasta que no quede destruido porque este le podría engañar. Pero para poder destruirlo tiene que demostrar que Dios existe y que es bueno y perfecto.
Por otro lado para Descartes las ideas eran todo lo que atravesaba la mente y poseían una realidad subjetiva (igual para todas ya que todas eran actos mentales) y una realidad objetiva (se refieren a objetos concretos). Según esto establecía tres tipos de ideas, como bien aparece en el texto, “unas me parecen nacidas conmigo” (aparentemente innatas), “otras extrañas y venidas de fuera” (aparentemente adventicias) y otras hechas e inventadas por mí mismo” (aparentemente facticias).
Descartes afirma que la causa de una idea tenía que tener por lo menos tanta perfección como la idea (“esa cosa manifiesta, en virtud de la luz natural, que debe haber por lo menos tanta realidad en la causa eficiente y total como en su efecto”). Pero en cuanto a Dios había un problema ya que la idea de Dios se refiere a “una substancia infinita, eterna, inmutable, independiente, omnisciente, omnipotente, que me ha creado a mí mismo y a todas las demás cosas que existen” y una mente finita e imperfecta como la suya no podría crear esa idea, por lo tanto lo único que se puede aceptar es que Dios existe pues, como dice el texto, “no podría tener la idea de una substancia infinita, siendo yo finito, si no la hubiera en mí una substancia infinita”. Está fue la primera demostración de la existencia de Dios a partir de la cual él ya no estaría solo. En la segunda demostración se preguntó si todas las perfecciones no estaría en él y así él sería Dios, pero eso no podía ser ya que en él alguna de las perfecciones estaría en potencia y, en Dios, todas están en acto (“en cuya idea nada hay en potencia sino que todo está en acto”), además, si él hubiera sido Dios se hubiera dado a sí mismo todas las perfecciones pero él es imperfecto.
Según la tercera demostración no era posible la idea de un ser perfecto si carecía de la existencia ya que esa sería una pieza más de su perfección, así pues, “la existencia de Dios está demostrada con toda evidencia”.
Demostrada la existencia de Dios, este no puede ser engañoso porque no posee ningún defecto (“es evidente que no puede ser engañador, puesto que la luz natural nos enseña que el engaño depende de algún defecto”).
A partir de ahora el criterio de verdad ya podía ser aplicado porque Dios es garantía del criterio de verdad.
Después de esto los principios matemáticos fueron tomados como verdades indudables y, además, las reglas del método (basadas en principios matemáticos) fueron confirmadas y, por lo tanto, al quedar confirmada la regla de la evidencia ya no se tiene que dudar de la realidad de las cosas materiales. De esta manera existe una substancia corpórea diferente del pensamiento cuyo atributo fundamental era la extensión.
Descartes afirmaba que una substancia era todo aquello que tenía una substancia autónoma por lo que se deducía que toda substancia constituye una auténtica realidad y que solo Dios es el único que tiene la característica de substancia. Así se deducen dos tipos de substancias: la substancia infinita o perfecta (Dios o res perfecta) y la substancia finita (cuerpo o res extensa y alma o res cogitans) que solo dependen de Dios para existir. Este es el dualismo ontológico de Descartes.
El problema que se le planteaba ahora era como establecer la relación entre los dos componentes del ser humano (el cuerpo cuyo atributo era la extensión y el alma cuyo atributo era el pensamiento). Como solución Descartes afirmó la existencia de un órgano que establecía la acción mutua entre los dos órganos. Pero esta solución no fue aceptada y algunos racionalistas propusieron otras alternativas, como Spinoza que, tomando la definición de substancia de Descartes, decía que solo existía una substancia (Dios o Naturaleza) y que el pensamiento y la extensión serían los únicos atributos que el hombre puede percibir de los infinitos que posee; y Leibniz que, también tomando la definición de Descartes, afirmaba la existencia de infinitas substancias simples e inextensas (mónadas) que compondrían lo real.
COMENTARIO
Descartes a lo largo de las tres meditaciones partiendo de que quizás todo lo que consideramos verdadero es falso, intentará buscar un método, una verdad absoluta que le permita aplicarla y poder separar lo verdadero y lo falso.
En cierto modo estos interrogantes y dudas planteados por Descartes relativos a la existencia de las cosas, la verdad, la vigilia y el sueño o nuestra propia existencia son comunes y frecuentes en los individuos dado que despiertan muchas inquietudes.
Además, este tipo de cuestiones habitualmente conducen hacia otras más profundas y difíciles de contestar. Normalmente este tipo de preguntas surgen en los individuos en momentos complicados como: un disgusto por la perdida de un ser querido, la enfermedad, etc.
La verdad es y ha sido uno de los grandes objetivos de la humanidad a lo largo de la historia; ya que el ser humano debido a que posee la razón, necesita por naturaleza, tener todo bajo control. Este hecho se aprecia en la postura de Descartes que pretende encontrar un método que le permita llegar a las verdades absolutas. Es más dice que debe realizar la reflexión relativa a la verdad cuando se encuentre lo suficientemente preparado, con ello haría referencia a la madurez de la razón y por tanto afirma la necesidad de liberar su mente de todo aquello que la pueda influir o perturbar. Por lo que la razón proporcionaría al hombre la facultad de pensamiento.
No es extraño que Descartes inicie su camino hacia la certeza absoluta comenzando por el conocimiento de los sentidos, pues es el primero que nos permite conocer lo que nos rodea y el que se considera más exacto. Aunque en ocasiones nos engañe, no por ello debemos desconfiar de él; pues necesitamos creer que lo que nos proporciona es exacto (Hume XVIII).Aun así la postura de Descartes no sería absurda si se tiene en cuenta su razonamiento y el fin que pretende obtener.
La duda de Descartes introduce relacionada con el sueño y la vigilia (hip. del sueño) no es sorprendente teniendo en cuenta que ha sido un tema muy estudiado y tratado. Es realmente sorprendente que durante unas horas podamos vivir y sentir sensaciones y circunstancias creadas por nuestro subconsciente y que parezcan tan reales como si ocurriesen ciertamente. Esto hace comprensible que cuestionemos la certeza de la vigilia.
Tras la duda de las matemáticas no podría tomar nada como verdadero. Algo bastante desconcertante para el ser humano que necesita ciertos principios y verdades en las que sustentarse.
Después de dudar de todo no puede dudar de que piensa porque esto en sí ya supondría pensar. Descartes con esta idea cree llegar a algo cierto e indudable. A través de esta verdad pretende determinar si las cosas son ciertas o no. Pero este principio que parece establecer Descartes no sería del todo aplicable, porque no todas las cosas tienen la misma naturaleza y lo que es más importante no siempre necesitamos, en sentido práctico, saber con exactitud si una cosa es cierta o no.
Por otro lado dice que esta verdad le permite saber que él (Hume) es una cosa que piensa, en este sentido su conclusión parece bastante evidente pero en su época constituyó todo un precedente y permite decir que fue el fundador de el racionalismo.
La verdad absoluta “cogito, ergo sun res cogitans” le permite llegar a un criterio de verdad que se basa en la claridad y distinción, pero realmente no podría utilizar dicho criterio mientras no pruebe que no está siendo engañado por un genio maligno. Esto hace que necesite demostrar la existencia de Dios bueno y perfecto. Pero para hacerlo utiliza el criterio de verdad por lo que aunque él insista en negarlo, al igual que decían algunos criterios parece desarrollar un circulo vicioso. De modo que su demostración parece tambalearse si tenemos en cuenta criterios puramente racionales. Partiendo de esto, parece poco probable y difícil de creer que la mayor felicidad de la que podamos disfrutar en esta vida sea la de poseer la idea de Dios. Además, la defensa de esta postura parece más propia de un teólogo religioso que de un científico dado que implica la creencia en que existen dos vidas. Por otro lado la razón y su criterio de verdad no serían aplicables a todos los ámbitos, dado que su razón al decidir en la elección del bien y el mal no siempre escogería el camino correcto, en este punto introduce la posibilidad de errar y por tanto reitera la imperfección de su mente. Otro de los rasgos que ponen de manifiesto su imperfección es que no se da existencia a sí misma lo que supone un hecho también muy tratado a lo largo del tiempo; pues constituye uno de los principales interrogantes del ser humano y sobre el cual no se ha establecido ninguna explicación definitiva.
Lo que para Descartes parece claro es que existan cosas exteriores a nosotros de las cuales procederían nuestras ideas y dado que ambos tenemos en nuestro interior trazos comunes que permitirían a nuestra mente conocer aspectos de éstas como la extensión , etc. En relación a dicha demostración de la existencia de las cosas, autores posteriores como Hume han desarrollado teorías que permitían comprobar como las cosas externas que en teoría podemos probar que existen solamente constituirían una creencia psicológica, que necesitamos para vivir .
Comentario
Descartes buscaba encontrar la verdad de las cosas a través de la razón y en su obra “Meditaciones metafísicas”, podemos ver como su principal objetivo es la demostración de Dios y definir las bases del conocimiento.
En la primera meditación expone las razones por las que podemos dudar generalmente de todas las cosas menos de aquellas que descubrimos ser verdaderas. Esto se puede relacionar con Hume, filósofo escocés (1711-1776), pues para él la mayoría de los conocimientos humanos eran probables, pues por ejemplo, este creía que el mundo existía, pero no lo podía demostrar, por lo que si todo es probable todo está sometido a discusión, por lo que no tendríamos que creer en lo que dicen u opinan otras personas, por lo que según Hume no podríamos buscar certezas cartesianas porque no existen, ya que es imposible para él demostrar nada, pues para el lo que hay son creencias.
Para Descartes su criterio de verdad es la claridad y la distinción de las ideas, mientras que para Hume una idea es verdadera si procede de alguna impresión, y si no es posible señalar una impresión correspondiente a esa idea, esta es falsa.
Como podemos observar, Descartes dice que tiene que dudar de todo lo que procede de los sentidos, estos ya le engañaron en alguna ocasión, y en este punto coincidiría con Agustín de Hipona (354-430), ya que para él el conocimiento sensible tampoco es fiable ya que los objetos sensibles están en continuo cambio, y su búsqueda de la verdad, irían del exterior al interior (Vía de la interiorización ) descubriendo así las verdades eternas.
Platón (427-347 a.C.) también coincide en ciertas cosas con Descartes, pues por ejemplo, ambos piensan en la existencia de ideas innatas, en las verdades absolutas, en la existencia del mundo físico, inteligible… además, ambos eran matemáticos y racionalistas.
Ya Sócrates ( siglo V a.C.), creía también en la existencia de valores absolutos y en el verdadero conocimiento, a diferencia de los sofistas, que mantenían una actitud escéptica.
La teoría del conocimiento de Platón, Plotino ( siglo III) y Agustín era intelectualista, para ellos el auténtico saber era el intelectual quedando el sensible desplazado al igual que con Descartes.
Por lo tanto, Descartes en su primera meditación somete sistemáticamente a duda todas las opiniones que ya teníamos para descubrir aquello verdaderamente indudable, pues para el existían las verdades absolutas.
En mi opinión, creo que existen las verdades absolutas, pues creo que llegamos a ellas mediante la experiencia, el análisis, el experimento…pues sino, no tendría sentido el estudio de las ciencias, por lo que mediante la investigación podemos hacer nuevos descubrimientos. Aun así no podemos negar que exista la mentira, la falsedad…pues creo que en ocasiones involuntariamente las cometemos, ya sea por intereses, por no generar malestar…pero es una realidad y creo que del día a día, pues dudo, más bien creo, que todo el mundo miente, en mayor o menor medida.
En la segunda meditación distingue aquello que le pertenece a el, es decir a la naturaleza intelectual, de aquello que pertenece al cuerpo.
Aplica la duda a la propia duda y piensa que si duda de que duda, es indudable que sigue dudando, por lo que siempre puede tener la certeza de que está dudando, y dudar implicaría que está pensando, por lo que si piensa es indudable que existe. Aquí llegó a “Cogito ergo sum”.
Descartes señala también que es un ser compuesto de alma y cuerpo, entre los cuales hay una recíproca influencia innegable, constituyendo así un dualismo antropológico.
Platón también hablaba de un dualismo antropológico, pero Aristóteles decía que la unión de alma y cuerpo constituía una única sustancia natural.
Spinoza (siglo XVII) no estaba de acuerdo con Descartes, pues para el lo que existía era un monismo sustancial, afirmando que solo puede haber una sustancia, por lo que pensamiento y extensión, para él irían unidos.
Leibniz (siglo XVII-XVIII) tampoco está de acuerdo con Descartes. Para él hay una infinidad de sustancias que son las mónadas.
En la relación entre cuerpo y alma creo que existen muy diversas opiniones, ya que supongo que un ateo pensará que cuerpo y alma están unidos y que el alma es mortal al igual que el cuerpo, por lo que cuando el cuerpo fallece el alma muere con el, mientras que un cristiano pensará que el cuerpo y el alma son inmortales, existiendo una vida después de la muerte. Pero esto son meras opiniones, ya que no podemos demostrar nada de lo antes dicho, por lo que solo nos queda la duda.
Por otra parte me parece lógica la deducción de Descartes de su existencia pues en tanto que piensa, que duda, que siente…se supone que necesariamente tiene que ser un ser existente.
En la tercera meditación Descartes se centra en la idea de Dios, un Dios omnipotente, omnisciente y perfecto, creador de todo lo que está a nuestro alrededor y que es también la causa de si mismo, y además garante del criterio de verdad.
Hay que decir que su demostración de la existencia de Dios recibió varias críticas.
Para Aristóteles, Dios era una inteligencia inmóvil, inmutable y la causa final del movimiento de los entes.
Agustín relacionaba la felicidad con el amor de Dios y la maldad con alejarse de él, por lo que para el había dos categorías de hombres: los que se amaban a si mismos hasta el desprecio de Dios que constituían la Ciudad Terrenal y los que amaban a Dios hasta el desprecio de sí mismos que constituían la Ciudad de Dios.
Maquiavelo (1469-1527), utilizaba la religión como simple herramienta de poder, ya que pensaba que si el príncipe apoyaba la religión, el pueblo aceptaría mejor sus órdenes.
Locke (siglo XVII) pretendía demostrar la existencia de Dios basándose en el principio de causalidad, pues Dios sería la causa última de nuestra existencia y del mundo.
Hume dice que de Dios no hay impresiones y como su criterio de verdad, como ya dijimos anteriormente, consiste en que las ideas proceden de impresiones, pues de lo contrarío serían falsas, no admite ninguna demostración de la existencia de Dios, dejando así sin garantía el criterio de verdad de Descartes.
Kant creía en Dios, pero como Hume consideraba imposible la demostración de su existencia.
René Descartes en sus meditaciones plasma todo el proceso que realiza hasta alcanzar la certeza absoluta que deseaba. Intentaba afianzar una verdad para todo el conocimiento científico como las matemáticas, ya que en una de sus observaciones admitía que eran iguales en la vigilia y en el sueño.
Necesitaba deshacerse de todas las creencias anteriores que poseía porque si seguía con esas ideas no conseguiría obtener ninguna conclusión distinta a las que tenía ya que convivió con ellas durante toda su vida y estaban afianzadas en su pensamiento muy fuertemente. Para ello juega a obrar como si todo fuese falso o una fábula para no dar nada por sentado y errar en alguna fase de su proceso. Con este juego pretende seguir un camino escéptico y usando el escepticismo salir de él, obteniendo una certeza absoluta.
En su discurso plantea un criterio como base del proceso: “Sólo tomará por verdadero aquello que se le plantee claro y distintamente”. Por claro se refiere a aquello que está presente y manifiesto en una mente atenta. Distinción es un conocimiento del que contiene la idea en si misma de manera que sea imposible confundirla con otra.
Así propone tres hipótesis:
- Los sentidos son engañosos, debemos desconfiar de ellos. Normalmente el conocimiento provenía de los sentidos porque examinaban la realidad y se tomaba como verdadera, ahora al no tener certeza alguna sobre si de verdad existe el mundo, los sentidos no pueden considerarse certeros siguiendo la regla básica del método. Con esta idea el mundo físico queda entre paréntesis porque nuestros sentidos podrían engañarnos.
- Hipótesis del sueño: En las ensoñaciones nos parece sentir ciertas cosas pero no tiene por qué ser verdad. Asimismo se puede suponer que el sueño es lo verdadero y que la vida que pensamos vivir es copia de ese sueño, o como le pasó a Segismundo en la obra “La vida es sueño” de Calderón de la Barca que le permitieron salir de su torre y vivir en palacio para comprobar si era o no malvado como propusiera un oráculo. Al devolverlo a su celda le contaron que todo fuera un sueño. Así podemos sentir ciertas cosas sobre nuestro propio cuerpo, por esa razón, tampoco se puede considerar absolutamente certero el cuerpo, quedando así excluido.
La idea de sueño, si la vida que se vive es real o no, ha suscitado mucho interés, plasmado en Matrix, Desafío Total….
- Hipótesis del Genio Maligno: Se cree en la existencia de un ser todopoderoso que intenta engañarlo siempre que puede, incluso con las matemáticas, que era lo más certero, hasta resistían la prueba del sueño ya que eran iguales en él o en la vigilia. Por el genio maligno las matemáticas tienen que ser descartadas porque cuando las quería aplicar podría usar todo su poder en engañarlo y hacerle caer en un error. Así Descartes estaría sin mundo, sin cuerpo y sin las matemáticas.
Para llegar a un conocimiento certero debe encontrar algo que siga el principio de claridad y distinción y derrotar al genio maligno y observar la validez de lo que ha perdido con las tres hipótesis.
A partir de aquí reflexiona sobre lo que es él. Le queda algo inmaterial: su mente. Para determinar si es verdad o no la existencia de la mente reflexiona sobre ella, está el genio que puede persuadirle pero se da cuenta de que mientras esté pensando, no hay nada más claro que el hecho de estar pensando, así que tiene de certeza la proposición “cogito ergo sum”. Sobre esto el ser engañador no tiene nada que hacer pero necesita algo para aplicar el método fuera de la proposición, porque si desea aplicarlo a las matemáticas, por ejemplo, lo engañará.
Como sabe que es una mente, la propia mente busca dentro de sí misma (“cogito ergo sum, res cogitams”) ideas que puedan derrotar al genio maligno.
Este proceso de captación de la mente de sí misma será criticado por Hume y Kant.
Descartes encuentra la idea de Dios que destaca sobre las demás ideas. Esta tiene unos atributos como la perfección, infinitud, omnipotencia… Al descubrirla se le plantea el problema de su procedencia:
- ¿De sí mismo? No sería posible que un ser imperfecto como el que duda continuamente cree la idea de algo perfecto, porque de la imperfección no proviene la perfección.
- ¿De la nada? No, porque de la nada, nada viene (valga la redundancia). Esto ya lo explicaba Parménides con su ser y la explicación de que no es engendrado – el ser no puede provenir del no-ser porque es imposible – con la nada pasa igual.
- ¿De una sustancia exterior semejante a la idea de Dios? Es la posibilidad que queda. Tiene que ser un ser infinito, perfecto, omnipotente, omnipresente… con las cualidades de la idea que posee de Dios. Este ser supremo como creador de todo debe poner en su mente la idea de Dios que es una idea innata ya que todos naceríamos con esa idea y en el momento que nos captáramos como mentes pensantes desarrollaríamos. Por el hecho de tener la idea de Dios, la sustancia Dios existe por el principio de causalidad: Si se posee el efecto (tener la idea) la causa de tal idea es Dios. Este es otro punto que será discutido por Hume.
Demostrada la existencia de El, como ser perfecto e infinito, la hipótesis del genio maligno queda superada.
Con lo cual ahora se puede proceder a la recuperación de las matemáticas, su cuerpo y el mundo físico. Así Dios es la garantía del criterio de verdad.
Desde mi punto de vista los principios de Descartes (la gran mayoría) son los seguidos por la ciencia, destacando la evidencia: no se cree nada que no sea claro y distinto. Todo razonamiento científico tiene que ser demostrado y fundamentado rigurosamente. Ante una pizca de contradicción o duda el principio no es tan sólido y puede ser rechazado.
Tras leer el libro “La vida es sueño”, ver películas como “Matrix” y reflexionar sobre Descartes se me plantea la duda de la realidad del mundo. Podemos pensar que nada hay de verdad, o que sí; pero de una forma o de otra estamos sintiendo, viviendo, disfrutando o sufriendo y hay una cosa indiscutible: el principio cartesiano “cogito ergo sum”. Vivamos en Cambre, en Matrix o seamos clones que ansían visitar “la isla” en la película del mismo nombre (resulta ser una trampa y ellos no están viviendo una realidad), en cuanto pensemos, somos una mente que piensa, siente, duda.
Publicar un comentario